El hormigón arquitectónico es una variante del hormigón que se utiliza principalmente por sus propiedades estéticas, además de su resistencia y durabilidad. Este tipo de hormigón se caracteriza por su capacidad para ser moldeado y acabado de diversas maneras, permitiendo la creación de superficies atractivas y funcionales. Su formulación puede incluir pigmentos, aditivos y técnicas de acabado que le otorgan texturas y colores específicos, lo que lo convierte en un material versátil para el diseño arquitectónico.

Las aplicaciones del hormigón arquitectónico son diversas e incluyen fachadas de edificios, pavimentos, muros de contención, mobiliario urbano y elementos decorativos. En la construcción contemporánea, se utiliza para crear estructuras que no solo cumplen con criterios funcionales, sino que también aportan valor estético al entorno. Su uso es común en proyectos de arquitectura moderna, donde se busca una integración armoniosa entre funcionalidad y diseño. Además, el hormigón arquitectónico es apreciado por su resistencia a las inclemencias del tiempo y su bajo mantenimiento, lo que lo convierte en una opción sostenible y duradera para diversas aplicaciones arquitectónicas. En resumen, el hormigón arquitectónico es un material clave en la construcción que combina estética y rendimiento.

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Protección y limpieza

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